miércoles, 13 de septiembre de 2017

Álex y Hugo, mamada en el bus 3

Los días de mamadas se fueron sucediendo tras esa primera vez en el bus. Disimulábamos hasta que quedábamos solos en la penúltima parada, y entonces me cambiaba a su asiento y me zampaba el rabo de Hugo. Él me sobaba la entrepierna hasta que me corría empapando el pantalón. Nunca me pareció que el conductor notara nada.


Era una forma estupenda de finalizar la mañana antes de llegar a casa. Pero lo cierto es que con el paso de los días fui queriendo algo más, la verdad. Que me sobara el paquete, teniendo en cuenta que era el primer acercamiento de Hugo al sexo con otros chicos, estaba bien, pero ya se me quedaba escaso. Además me contó que, inesperadamente, tuvo otra experiencia en un baño de un centro comercial hace poco, donde otro tío se la chupó. Me molestó un poco no tener ya el monopolio, pero también me hizo pensar que Hugo estaba muy dispuesto a curiosear. Así que cuando fuimos repitiendo mamada pensé que tendría suficiente curiosidad por el sexo gay como para forzar un poco los acontecimientos.


Empecé muy despacio. Esperé, como siempre, a que la gente se bajara del bus. La señora del bigote volvió a mirarme mal al pasar, me había quedado con el sambenito de "lo drogada que va la juventud", todo porque soy bastante patoso...


Me puse al lado de Hugo y bajé  a mamarle, como siempre, pero esa vez me desabroché la bragueta como pude en el poco espacio que tenía doblado entre los asientos y me saqué el nabo. No me puedo quejar de atributos, me gusta mi polla. Cuando entre gemidos silenciosos Hugo fue tanteando para llegar a mi paquete, se encontró el percal. Puso la mano sobre mi rabo; tanteó un poco, extrañado, y la retiró. Noté que se envaraba un poco, pero me hice el loco y seguí chupando como si nada, con glotonería. Me encantaba cómo esa polla llenaba mi boca, era tan gorda...


Pensaba acabar por pedirle que me masturbara, como todos los días, pero no hizo falta. Un poco después volvió a llevar despacio la mano hasta mi miembro, y lo cogió. Un poco flojo para mi gusto, parecía que estaba agarrando una pescadilla, pero bueno. Empezó a pajearme, despacio. Al hacerlo debió de sentir curiosidad por la longitud de mi polla, porque se retorció para verla. Dejé de chupársela un momento y me incorporé, para que la viera bien, aunque al hacerlo la soltó y su brazo quedó entre mi espalda y el asiento.


—¿Te gusta? ¿Va todo bien?


—Claro —me respondió, aunque no parecía seguro. No me quitaba ojo del rabo, de los 19cm de rabo que tengo. Tragó saliva. Continuó hablando algo inseguro—. No está nada mal, es más larga que la mía... Tienes buen rabo colega...


—Gracias. A mí el tuyo me flipa.


Y para demostrarlo reanudé la tarea, esforzándome más en mi mamada. Al momento noté que volvía a pajearme, con más seguridad esta vez.

A partir de ahí todo fue rodado. Según Hugo iba llegando al orgasmo gracias a mi boca, me la meneaba con más entusiasmo. Cuando se corrió como una fuente, llenando mi boca de lefa espesa, mi polla respondió de igual modo. Recuerdo que gemí con la boca llena antes de acordarme de que el conductor podría oírnos. La lefa que escapaba de mi boca sedienta bajaba por su rabo y empapaba sus huevos. No sabía dónde habría ido a parar la mía. Esperaba no haberme manchado mucho la ropa, suelo disparar buenos lefazos...



Me incorporé y quedamos sentados derechos. Vi que se miraba la mano. Tenía restos de lefa en ella. De mi lefa. Le observé, comprobando que no sabía muy  bien qué hacer. Se puso muy colorado. Decidí rescatarle, pensando que total no me importaba saborear un poco más de lefa, y se la limpié con la lengua. No me quitó ojo ni un momento mientras lo hacía.

Al día siguiente avancé un paso más. Me trasladé de nuevo a su asiento, pero en lugar de bajar a comerme su polla saqué la mía.

Él sonrió, y me la agarró. Empezó a  meneármela.

—Espera, mejor paso el brazo por detrás, como ayer —me dijo.

—No. —Le cogí la mano y la quité de mi polla. Intenté darle aplomo a mi voz, que sonara mucho más de peli porno de lo que me suele sonar—. Esta vez no quiero una paja.

Se quedó desconcertado. Creo que de verdad no sabía lo que quería. Me miró. Enarqué una ceja y me pasé la lengua por los labios. Entonces palideció. Casi me arrepentí de todo eso. Parecía mareado y a punto de potar. Y sin embargo me la agarró otra vez y volvió a masturbarme. Tragó saliva con mucho ruido, su nuez se movió ostentosamente. Y de repente bajó y se metió mi polla en la boca. Al principio no reaccioné. Luego gemí entusiasmado.


Después recordé al conductor y me tapé la boca con las manos. No sé en lo que pensaría si miraba por el retrovisor y en lugar de dos chicos veía solo a uno, con las manos en la cara, expresión de pasmo y susto, y ruborizado de placer.

Me hubiera encantado follarle la boca, pero él ya lo había intentado alguna vez y no había resultado en el escaso espacio del autobús. No diré que fue una gran mamada. No lo hizo especialmente bien. Pero tampoco con el asco que a veces parecen tener los primerizos, especialmente si son heteros, aunque sean curiosos. Creo que se esforzó, aunque estaba claro que íbamos a tener que practicar mucho su técnica. En cualquier caso fue suficiente para mí. La situación me puso tan cachondo que me hubiera corrido enseguida igualmente, aunque casi ni me hubiera rozado.























Casi no podía ver sus labios rodeando mi rabo, aunque los sentía. Su lengua se escapaba más de lo que lamía, pero la presión de sus labios era suficiente. La tengo larga, pero de grosor normal, y entraba bien en su boca novata.


Recordé que la primera vez él me había avisado antes de correrse, por si no quería que lo hiciera en mi boca, y pensé devolverle la gentileza. Cuando estuve a punto, y eso que no me la chupaba ni especialmente rápido ni especialmente fuerte, resoplé y le dije que me iba a correr.

La sacó y quedé decepcionado un instante, hubiera sido genial acabar en su boca. Levantó un poco la cabeza, creo que para verlo, justo cuando me salían las primeras gotas que siempre suelto antes de los chorros. Luego el primer chorro de lefa recorrió mi rabo, que era presa aún de la mano de Hugo. El placer estremeció mi abdomen, y la lefa salió con fuerza de mi polla. No pude verlo, su cabeza obstruía mi visión, pero por el respingo que dio creo que le dio en la cara. Después, en cuestión de milésimas de segundo se abalanzó sobre mi miembro y noté cómo sus labios volvían a cerrarse en torno a mi glande, enterrándolo en su boca. Abrí mucho los ojos, sorprendido, y automáticamente mis manos volaron a su cabeza aprisionándola contra mi nabo en un acto reflejo, al tiempo que los chorros de semen seguían saliendo y calentando la boca y la garganta de Hugo con su humedad.

Casi no puedo creer que el conductor no nos pillara en ese momento. Seguro que hasta grité estremecido de placer. Hugo me ponía mucho, estaba muy bueno, y su curiosidad de hetero me tenía loco de excitación. Que se hubiera dejado llevar me provocó un orgasmo enorme. Sabía que mi lefa era la primera que empapaba su boca, y casi tengo un segundo orgasmo instantáneo solo de pensarlo.

Acabé mi corrida, jadeé exhausto y sentí un par de toquecitos con su lengua en la punta de mi polla.

Luego se incorporó. En algún momento cerré los ojos, y entonces volví a abrirlos y le miré. Tenía la boca cerrada con fuerza, llena, y me miraba desvalido con expresión de susto interrogante. No pude evitar reírme, y eso hizo que él frunciera el ceño y su expresión fuera más cómica todavía.

—Puedes tragarlo o puedes escupirlo. No es muy cívico manchar el bus con eso, pero supongo que comernos los rabos aquí tampoco...
Miró alrededor un poco desesperado. Luego su nuez se movió otra vez cuando tragó el zumito de mi rabo.

—Joder —no sé si era una queja, un exclamación, un lamento o qué—. No pensé que una corrida ocupara tanto dentro de la boca... Sabe extraño, y sigo sintiendo el sabor incluso después de tragarlo... Creo que parte se me ha quedado pegado en el esófago. ¿Eso es malo?

Volví a reírme sin responder. Sobre todo porque mientras hablaba le colgaba un chorretón de lefa por la mejilla, seguramente el primero que me salió, el que le hizo dar un respingo. Se lo limpié con la mano. No pretendí que pareciera una caricia, pero nos hizo sentir un poco incómodos.

Luego recordé que él siempre me masturbaba mientras yo se la chupaba. Ya casi llegábamos a la parada, no podría devolverle el favor. Se lo dije con mucho apuro.

—Tío, me he dejado llevar y no me he acordado de ti, lo siento... Tenía que haberte hecho una paja mientras me la mamabas... Te lo compensaré mañana...

—No te preocupes —sus labios se torcieron en una sonrisa—. No hace falta que esperes a mañana. Sí que espero que me lo compenses Álex, que ha sido mi primera vez... Y puedes hacerlo en un rato. Estoy ahora solo en casa, vente conmigo si quieres.

Nos bajamos del bus y no me lo pensé. Fui con él, en amistoso silencio, pensando en qué estaría dispuesto a que hiciéramos en su casa...

Continuará...
Ahora en wattpad





















































































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