miércoles, 28 de febrero de 2018

Edu y Mike, diversión por cam



—¿Cómo es que yo ya estoy en pelotas y tú llevas todavía toda la ropa puesta? —Pregunté a la cam de mi portátil, que llevaba mis palabras digitalmente hasta Mike. El chulazo negro me observaba al otro lado de la pantalla. Me había encantado el polvo que echamos, aunque me dejara el culo para el arrastre con su pollón, y no iba a dejar que un pequeño viaje que le había alejado de la ciudad me privara de pasarlo bien con él, aunque fuera sexo virtual.


—Pues porque sé montármelo mejor —me contestó con rotundidad—. Además de que estás caliente como una mona y eso me facilita las cosas...


Podía ver en la pantalla que su expresión delataba que también él estaba caliente. Su pecho enorme se marcaba a través de la camiseta. Su tableta (esa sí que era de chocolate) hacía explotar mi imaginación. Sus brazacos me volvían loco imaginándolos sujetándome con el culo en pompa. Bublé cantaba de fondo Feeling good, y yo me sentía tan caliente que podría servir de caldera para un rascacielos. Joder, y bajando la vista veía... Oh sí, se le escapaba el rabo del pantalón, de tan grande que lo tenía este dios negro. Decididamente también él estaba caliente...



—Baja un poco la cam, anda —supliqué salivando—, que vea bien lo que me tienes ahí preparado...


Sonrió con autosuficiencia y me hico caso. El encuadre me mostró una visión espectacular y muy morbosa de su miembro duro esperando estrujado y exprimido. Ay, si yo estuviera ahí, qué prontito estaría reventándome el culo...





Me mojé un par de dedos de saliva y sin quitar ojo de la pantalla me los llevé al trasero, separando y levantando las piernas. Tanteé mi ojete, cerradito, y lo acaricié suave mientras él se llevaba una mano y se sobaba el morcón. Y entonces...


—¡Cariño, soy yo, sácate lo que tengas en la boca!

miércoles, 21 de febrero de 2018

MegaGuy, sexo en el callejón



—Ostras... si es MegaGuy. Joder tío, y estás con el rabo al aire... Colega, me fliparía tocártelo... ¿Puedo?


Eso me dijo el chaval con pinta de gamberrete guapo que apareció en el callejón justo después de que salvara a la ancianita.


—Claro, ¿por qué no? —respondí alegremente. Da gusto tener fans tan dispuestos—. Adelante, no te cortes...



Y se me acercó llevándose una mano al paquete y sin quitar la vista de mi polla. El atracador que había detenido seguía atrapado pegado a la pared por mi megalefada, así que no hacía falta preocuparse por él.


El chico llego sonriente hasta mí, curvó aún más su sonrisa observando mi máscara, seguro que tratando de ver algo a través de ella, y al no conseguirlo se encogió de hombros. Luego bajó la vista a  mi miembro, duro y goteando aún restos de la megalefada. Y sin dudar ni un momento me lo agarró y empezó a pajearme despacito.


—Mmmmm, qué rico —le dije bajito—. Tienes la mano caliente, y eres guapo, me gustas...




—¿Y tú eres guapo? ¿Qué hay debajo de la máscara?


—Secreto chaval. Conformáte con lo que hay debajo de mi pantalón...


Volvió a sonreír, y mientras me pajeaba con una mano con la otra fue acariciándome el torso, explorando mi pecho y mi abdomen sobre el traje. Luego clavó las rodillas en el suelo del callejón y se quedó mirando fijamente mi rabo, mientras me ponía las manos en el culo. Por fin abrió la boca, sacó la lengua y lamió húmedamente mi glande. Torció la cabeza y bajó a la lamerme los huevos, para después subir despacio recorriendo con la lengua toda la longitud de mi pollón, que para entonces palpitaba como loco de excitación.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Edu se folla a un skater



Me gusta follar por San Valentín, porque los que no tienen pareja procuran pasar el día con un polvo, y para compensar se esfuerzan más en él. Así que lo mejor ese día (mejor que deprimirse y comer helado) es follar con quien sea.


Para este año he preparado algo especial. Si para Nochevieja le monté una fantasía brutal a mi colega Gus, ahora he pensado otra para mí: soy bastante andrógino, así que se me ha ocurrido travestirme y follarme a un heterazo. Todo que me salga fatal, pero si resulta sería una gran fantasía cumplida. Porque heteros ya me he follado, pero de los que dicen que tienen curiosidad, que ni son heteros ni son ná.


Así que me planté el otro día en el centro comercial de FuckingCity, y en la perfumería me compré un montón de potingues que yo, aunque tenga pluma, ni conocía. Me dejé asesorar por un dependiente muy sexy que, haciendo honor al tópico de los dependientes gays, me empotró en la trastienda. Y me llevé encima un descuento y un montón de muestras gratis. Compré también un vestido que decía a gritos "soy muy puta y me encanta" y unos zapatos de tacón. Sopesé comprar bragas o ir fresco. Al final pillé bragas, por contener mis atributos mejor. Un día de compras redondo.


Y el día de San Valentín lo preparé todo y me emperifollé (primero me emperi y luego ya follaré). Tuve problemillas con el maquillaje: quedé como Marge cuando Homer le dispara con la escopeta maquilladora. Como no tengo barba decidí que menos es más, y me contenté con pintarme los labios de rojo buscona y pegarme con muchos esfuerzos unas pestañas postizas que miedo me daba arrancarme después. Cuánto me alegro de ser chico, lo de ser chica no está pagado. Tengo la ventaja de mi pelo larguito y rubio, así que realmente parecía una chica.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Megaguy salva a una ancianita



Un día cualquiera en FuckingCity: la contaminación llenándolo todo, las palomas cagándose en las estatuas y la gente andando con la vista clavada en su móvil en lugar de en la calle. Doña Fulgencia, una ancianita que lleva toda su vida viviendo allí, vuelve a casa de hacer la compra: unas latas de alubias, el pan y comida para su gato, un bichejo de pelaje blanco al que ha puesto de nombre Lefazo, en honor a su admirado MegaGuy, de quien siempre se declara muy "fans". Una vez salvó a su nieta: cuando a punto de cruzar sin mirar por ir escribiendo en el móvil casi la espachurra un trolebús. Y esas cosas no se olvidan. Desde entonces, doña Fulgencia no se hace de cruces al ver en la prensa al superhéroe de FuckingCity con la chorra fuera, y le cambió el nombre a su gato. El animalito, que antes se llamaba Crispulín, se toma ahora su cuenco de leche bajo el calendario de la cocina de la anciana, en el que mes tras mes se muestra el amplio, largo y gordo superpoder de MegaGuy a todo color. Es alucinante las cosas de merchandising que han llegado a sacar de MegaGuy. Si él viera algo de dinero de aquello... pero como no puede demandar a nadie sin desvelar su identidad, pues los espabilados se hacen de oro.


Pues bien, doña Fulgencia vuelve a casa, decíamos, en esto que un malvado atracador le sale al paso y, tirando del brazo de la frágil ancianita, la lleva hasta un callejón antes de que esta pueda decir "en el ojo no".


—Venga, la bolsa de la compra y el monedero —exclama el atracador, un hombretón enorme al lado del cual doña Fulgencia parece un hobbit, la mujer.


—Ay, pero si no llevo ná, si no me llega la pensión...


—Que me lo dé, señora. Y como no lleve ná, la violo. La hago una cubana —amenazó el atracador.


Doña Fulgencia pasó un poco del miedo a la perplejidad:


—Pero chiquillo, ¿tú me has visto? —repuso la buena mujer—. Si tengo las tetas como dos pellejos, que tengo 84 años...


En esto que, apareciendo por la entrada del callejón, aguerrido, valiente y bien dotado, hace su entrada MegaGuy, siempre dispuesto a ponerse en peligro para socorrer a los demás: