Por las mañanas trabajo de becario en el departamento de comunicación de una empresa. Hago lo que me manden, especialmente componer post para el blog, que luego revisa mi jefe, un tío bueno impresionante, algo mayor que yo, muy guapo (no sé si me da más morbo con las gafitas o sin ellas), y con pinta de buenorro debajo de la camisa, que me pone… Buff! Además parece tímido, y buena persona, así que me gusta un montón, aunque claro, no parece gay y es mi jefe, así que ni se me ocurre tirarle la caña. Se llama Matt.
Cuando no
patrullo las calles como MegaGuy, cuando soy un civil más, dirijo el
departamento de comunicación en la empresa donde trabajo, aunque eso ya os lohe contado. Siendo Matt soy bastante más tímido que siendo MegaGuy. Soy… pues
una persona normal, supongo. Cada mañana, a unos metros de mi mesa, se sienta
un becario nuevo. Un chico guapo, de pelo revuelto y fibradito. Me gusta su
expresión, me da buen rollo. Después de andar tanto entre criminales, uno
aprende a distinguir a los buenos, y este chico me gusta muchísimo. Ojalá no
fuera su jefe, porque no sentiría que es tan inapropiado. O que al menos me
diera alguna señal de que le van los tíos. Eso ayudaría también. Pero supongo
que un chaval así tendrá novias mil y no se fijará en el tarado cuatro ojos de
su jefe, algo mayor que él y que tartamudea cuando le habla. Aunque también él
es patoso, deliciosamente patoso. Siempre se está tropezando o tirando cosas.
Me encanta. Se llama Álex.
Hoy está muy mono. Aprovecho para mirarle de reojo cuando
no mira, me gusta ver la cara de concentración que pone cuando trabaja. Antes
me he levantado a por café, y al volver a mi puesto me he quedado mirándolo, y
me he chocado con mi mesa, ha sonado un golpe por toda la sala, he tirado café
por todas partes, me he cagado en todo lo cagable antes de recordar que había
gente alrededor, y he visto que mi jefe me miraba con una sonrisita rara en la
cara. He debido de ponerme más colorado que un tomate, así que me he sentado y
me he puesto a trabajar sin quitar ni un momento la mirada de la pantalla del
ordenador, con los cascos puestos escuchando música, para desconectarme del todo del
exterior. Anda mira, todavía queda algo de café… Voy a tomar un sorbo, a ver si
me va mejor…
Ahí está. Se ha puesto muy colorado tras tropezarse con la mesa y se ha
concentrado en el trabajo para disimular. Me pone mazo con su camiseta y su
flequillo. Bueno, Matt, céntrate… Tengo que darle un artículo sobre MegaGuy y
su traje, para que lo cuelgue.
—¡Hola Álex!
Mierda, pienso sobresaltado por el saludo de mi jefe, que
ha hecho que me tire encima el café que quedaba: no le había visto venir, ni le he
oído llegar con los cascos puestos. Va a creer que soy idiota…
Creo que es un encanto. El pobre se ha tirado el café encima porque le he
asustado…
—Lo siento tío, no pretendía asustarte, te traía un artículo para el blog.
—Claro, claro, no, si no pasa nada…
—Te has
manchado —dije sacando un klinex para ayudarle—, espera, deja a ver si podemos
limpiarlo.
Y como un
memo me puse a restregar el pañuelo sobre la mancha de café, como si fuera a
servir para algo aparte de para notar a través de su ropa su torso definido,
sus pectorales marcados, su cuerpo firme… Lo tengo muy cerca, lo estoy tocando,
y antes de que pueda darme cuenta noto que mi rabo reacciona y crece… Así que
me aparto rápido para que no se note, aunque seguro que así es peor… Le miro y
veo que traga saliva, seguro que piensa que soy un jefe acosador o algo…
Trago saliva… Apenas me creo que me haya estado sobando el
pecho. Bueno, no, claro, solamente me ha estado ayudando a limpiarme, pero a mí
me ha flipado sentir su mano sobre mí, aunque fuera a través de la ropa y del
pañuelo… Seguro que ha notado algo, por eso se ha apartado de golpe. Joder,
joder, a saber qué pensará ahora, qué vergüenza, que es mi jefe… Tengo que
disimular, salir de aquí…
—Yo… Creo que mejor voy al baño, a ver si sale con un poco
de agua…
—Claro,
claro… Sí, será lo mejor, prueba antes de que se seque la mancha...
Así que me levanto y me voy. Me dirijo al baño, pero luego
lo pienso mejor y subo una planta, para ir al baño de arriba y no encontrarme
con nadie que me conozca. Da igual: el baño está vacío y nadie ve mis intentos
infructuosos por sacar la mancha de la camiseta. Al final me la quito, a ver si
puedo frotarla mejor. Y mientras mojo la mancha al grifo, me miro en el espejo,
y me veo el pecho, y recuerdo su mano, y me imagino que me tocara así, sin
camiseta, y enseguida mi polla se empalma dentro de mis pantalones. Por un
momento pienso en cómo dudo sobre si siento algo por Hugo y luego me empalmo de
pensar en el contacto con mi jefe. Pero no le doy muchas vueltas, agarro mi
camiseta mojada y me meto en una de las cabinas del baño. Me da un poco de
asco, pero el retrete parece limpio, así que me siento, me desabrocho la
bragueta y me saco la polla, dura y tiesa. Y empiezo a bombear pensando en mi
jefe. Despacio, saboreando cada caricia, desde la base hasta la punta: un largo
recorrido con lo larga que la tengo… Me sobo un poco las pelotas y vuelvo a
masturbarme despacio. Pienso en su sonrisa de hoyuelos, sus labios besables,
sus ojos claros, la pinta de empollón con sus gafas y su ropa clásica de buen
chico, que no me deja ver cómo tendrá el cuerpo, pero que me imagino musculoso
y perfecto… Y todo eso hace que aumente el ritmo de mi paja, justo cuando
escucho que se abre la puerta del baño y entra alguien que va directo a la
cabina de al lado. Paro un momento y escucho, preocupado porque solo me faltaba
que me pillaran masturbándome en el trabajo…
Álex se va
corriendo al baño, y yo me quedo ahí, excitado todavía por haberle tocado e
intentando ocultar mi rabo morcillón. Me vuelvo a mi mesa y me siento, pero no
puedo dejar de pensar en lo ocurrido y en cómo me he sentido. Espero que él no
se haya sentido incómodo, que no haya notado nada, pero no dejo de recordar el
contacto de su pecho… Trato durante un rato de concentrarme en el trabajo, pero
no puedo. Álex no vuelve del baño, su mesa sigue vacía. Si yo no tuviera ética
usaría mis poderes, la megamamada, y haría que me la chupara… Sigo cachondo y
decido que no puedo seguir así, y que tengo que solucionarlo antes de que
alguien se dé cuenta. Así que me levanto y voy hacia el baño, pero caigo en que
Álex debe de estar allí limpiando la camiseta, así que mejor subo una planta
para ir a otro baño. Por fortuna no hay nadie, aunque una cabina está ocupada.
Habrá alguien giñando. No es lo más erótico del mundo, pero ya me da igual
todo. Me meto en la otra cabina, me siento en el retrete y me la saco. En cuanto
me la sacudo un poco se me pone dura del todo. Recuerdo el contacto de su
pecho, pienso en sus labios, sus ojos honestos, su pelo revoltoso y el cuerpazo
que parece tener. Y mi rabo se pone como una piedra. Trato de masturbarme
silenciosamente, para que no me escuche el de la cabina de al lado…
Si es que tengo una mala suerte… Yo tan a gusto
meneándomela pensando en mi jefe y llega alguien y se mete a cagar al lado… ¿Y
ahora qué hago? A tomar por culo, no me voy a quedar a medias ahora. Intento no
hacer ruido, y vuelvo a pajearme. Me la sacudo rápido, para acabar ya. Me
imagino besando a Matt, teniéndole pegado a mí, sus brazos agarrándome y los
míos a él, mis manos por todo su cuerpo… Me pregunto cómo tendrá la polla, y me
la imagino jugosa y muy rica. Nos imagino mamando, follando y de todo, y
suspiro y respiro más fuerte de lo que la discreción recomendaría, pero me da
igual, mi polla me transmite sensaciones inmensas, y no me importa lo que oiga el de al lado, porque
yo ya no siento nada a mi alrededor, solamente mi polla y mi fantasía.
Agito
poderosamente mi rabo entre mis dedos, con los ojos cerrados e imaginando mil
posturas con aquel chaval. Da igual si era hetero, o si era activo, pasivo o lo
que fuera, en mi imaginación follábamos disfrutando ambos de lo lindo, y mi mano
machaca mi rabo llevándome al cielo entre mil sensaciones placenteras. Dejó
de importarme quien quiera que estuviera a pocos centímetros de mí, al otro
lado de la delgada pared de la cabina del retrete, y me abandoné a las
sensaciones que me provocaba yo mismo. Mi rabo estaba tan duro que lo notaba como una
piedra rodeado por mi mano. Con la otra alcancé mis pelotas y las acaricié,
imaginando que era la mano de él la que me sobaba. Subí por mi torso pensando
en que él me lo recorría con los labios, y casi sentí su respiración sobre mi
pecho, su lengua en mis pezones. Y me excité tanto que supe que estaba a punto
de correrme…
El ritmo de mi mano aumentó más y más, y mi respiración era
cada vez más rápida. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás sin dejar por
un instante de zumbarme la polla ni disminuir el ritmo, y noté en mi vientre
que estaba a punto de desencadenarse la eyaculación. El placer fue creciendo
hasta que no pude contenerlo, y con las piernas rígidas y los abdominales
contrayéndose empezó mi orgasmo…
Ya era
imparable. Concentré la acción de mi mano en el glande, bien lubricado de
saliva, y enseguida empecé a eyacular. Chorros de lefa salían disparados de mi
rabo, y no me paré a pensar en si me mancharían la camisa o en dónde caerían.
Estaba transido de placer, mientras el semen recorría una y otra vez mi
miembro, saliendo a borbotones como en una fuente, subiendo en el aire y
cayendo después…
Empezó a salir lefa. Mis corridas suelen ser fluidas, de
tiros largos, y vi con asombro cómo los chorros subían en el aire y luego se
disgregaban y descendían en gotitas por todas partes. Afortunadamente no me
había vuelto a poner la camiseta, o me la hubiera manchado más. El esperma
despertaba sensaciones inmensas en mi polla, antes de salir disparado, y acabé
con el torso cubierto de gotas de mi propio jugo, como si hubiera llovido o si
hubiera pasado una noche bajo el rocío…
Acabé
increíblemente satisfecho para haberse tratado de una paja y no de un polvo
real con ese chico que me flipaba, y por un momento pensé en si quien estuviera
en la otra cabina se habría enterado de algo...
Acabé exhausto, pero con una gran sonrisa en los labios.
Ojalá hubiera alguna oportunidad de hacer esto real con Matt, mi jefe. Pero
seguramente es imposible. Entonces recordé que había alguien en la cabina de
al lado, así que cogí papel y me limpié el semen de encima, y la polla. Me vestí y salí
rápidamente, para que quien fuera no me viera en el baño, por si acaso. Bajé
una planta y volví a mi puesto, con la camiseta todavía bastante manchada de
café pero mucho más relajado tras mi peripecia sexual. Por fortuna mi jefe no
estaba en su puesto, y pensé que así no me regañaría si me había pasado
demasiado rato en el baño. Aunque tampoco es que me regañara nunca, era un jefe
muy majo.
Oí cómo la
otra persona salía del baño, me limpié los restos de mi paja y me abroché el
pantalón. Esperé un momento más, por si acaso, antes de salir del baño, bajar
una planta y regresar a mi puesto. Álex ya estaba allí, tan aplicado en su
trabajo como siempre. Qué maravilla de chaval…
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