lunes, 4 de agosto de 2014

Relato: Lo que pasa cuando un hetero te manda una foto del rabo


 
 
 




Estaba tranquilamente en casa cuando recibí un mensaje. No sabía de quién era. Decía:

-¿Cuándo llegas? Te estoy preparando la bienvenida.



Y venían unas fotos de un rabo bien duro, largo y estupendo, con su buen par de bolas. Me sorprendí un poco, y le contesté que quién coño era y para qué me mandaba fotos guarras.

Al poco recibí respuesta:

-Perdona, lo siento mucho, me he equivocado. El mensaje era para mi novia. Lo siento, de verdad.

Lo cierto es que me hizo gracia, porque pensé en la vergüenza que debía de estar pasando el chico, y me di cuenta de que lo mismo hasta se le había bajado. Así que decidí meterme un poco con él:

-Ya, pues ten cuidado cuando vayas enseñando el rabo, que sea a tu novia.

-Lo siento, en serio, no volverá a pasar. Es que estoy esperando a mi chica, que llega de viaje, ha estado una semana fuera, y era en plan broma. Perdona.

Pensé que el chico debía de estar a punto de explotar si había estado una semana sin mojar, y me dio hasta penilla. Aunque también me puso cachondo. Así que me dije que quizá fuera el destino, y me hice una foto a mi rabo y se la mandé también. A todo esto me di cuenta de que él no sabía aún si yo era chico o chica, porque no habíamos hablado de género…

-Ya, espero que tengas más cuidado, porque mira lo que se siente al recibir la foto del rabo de un desconocido…



Esperé un poco, pero no contestó. Así que decidí insistir y probar suerte. Total, el no ya lo tenía, y a esas alturas me apetecía ver si lograba algo.

-No dices nada. ¿Es que ha llegado ya tu novia? Espero que lo estéis pasando bien…

-No, me ha dicho que va a retrasarse.

-Vaya putada… Lo siento. Pero oye, si quieres, ya que estás empalmado y nos hemos conocido, puedo echarte una mano: si cierras los ojos y te imaginas a tu novia, te la chupo sin problemas…

-Qué dices tío, no soy gay.

-Bueno, pero una mamada no es algo solo gay, ¿o es que tu novia no te la chupa?

Estuvo un rato callado. No dije nada, no soy un acosador. Pensaba que todo quedaba en nada, pero al final volvió a hablarme:

 


-Mi novia me la chupa, pero mientras la agarro del pelo, le sobo las tetas y luego le follo el coño, no creo que eso lo pueda hacer con un tío.

-Ya, pero te la puedo comer como si fuera ella, y tengo pelo, aunque sea corto, y aunque no tengo tetas ni coño, luego sigues con tu novia cuando llegue. A mí no me importa que te imagines que soy ella, me pone tu rabo.

Otro rato sin decir nada, hasta que al final:

-Ok, pero sin mariconadas ni malos rollos, me la chupas y te piras, y solo porque mi novia me ha dejado colgado y estoy muy cachondo…

-Vale, con tú quieras, pero con una condición: que cuando llegue estés como en la foto, en pelotas.

Ya que pringaba y solo le iba a mamar, pues por lo menos que me alegrara la vista con un hetero…

Y me dio su dirección. Supe que realmente era cosa del destino, porque vivía a dos pasos de mí. Ni siquiera tardé en llegar. Llamé a su casa y cuando me abrió estaba detrás de la puerta. Al cerrar vi que había cumplido el trato y estaba desnudo y empalmado. Tendría unos 25 años. En la foto se apreciaba que era delgado pero fibrado, y la realidad no defraudaba: bonitos pectorales y abdominales, y un rabazo que me hizo la boca agua. Me costó no arrodillarme al momento, pero me aguanté por ver si podía sacarle algo más… Nos quedamos mirando sin decir nada, un poco incómodos, aunque creo que no le desagradaba lo que veía, ya que no paraba de mirarme de arriba a abajo. Al final me llevó a su habitación y se quedó de pié junto a la cama. 

-Bueno, pues empieza a comérmela, ¿no?

-Joder, ¿así sin más? Por lo menos unos besos…

-No tío, no flipes. Paso de besos, solo beso a mi novia, no voy a besar a un chico.

-Vale, pero unos sobes sí, que ya veo que tú estás a tope, pero que me ayuden a calentarme a mí…

Como si me hiciera falta calentarme más…

-Vale… pero a ver lo que haces…



Así que aproveché antes de que se arrepintiera y me acerqué. Me puso una mano en la cintura y la otra en el pecho. Me aguanté las ganas de decirle que no tenía tetas que pudiera estrujar, y le puse las manos en la espalda y me pegué a él. Empecé a besarle el cuello. Se puso un poco rígido, y aunque notaba que estaba incómodo, no dijo nada, así que seguí besando hacia su hombro, mientras le sobaba la espalda y bajaba hacia el culo. Llegué a él y no dijo nada, así que le sobé bien las nalgas, aunque no me atreví a tocar el ano, por mucho que me apeteciera abrirle el culo y estrenárselo bien.

Me quité la camiseta y seguimos sobándonos. Iba soltándose un poco, aunque seguía incómodo. Empecé a desabrocharme el pantalón y se separó. Se tumbó en la cama y me dijo: 

-Bueno, tío, chúpamela ya de una vez.

Pensé que era justo, que me había aprovechado ya y era hora de hacer algo por el rabo del chaval, que entre la novia y yo tenía que estar que le iba a explotar. Así que empecé. En plan clásico: Le lamí los huevos y fui subiendo por el rabo hacia el glande. La agarré y la levanté, y le lamí el pubis mientras le masturbaba despacio. Volví a lamer la punta, y me la metí en la boca. Estaba buenísima. Miré hacia él y vi que era como habíamos quedado: tenía los ojos cerrados, así que debía de estar pensando en su novia. Una lástima, pero a fin de cuentas tenía su pollón en la boca, no podía quejarme.

Empecé a chuparla bien, bombeando y pajeándole, y él empezó a soltar ruiditos de gusto. Dejé de agarrarla para meterme más en la boca, y tuve que reducir el ritmo porque me costaba. No era muy gorda, más bien normal, pero sí larga. Tenía buen rabo el heterillo. Su novia estaría muy satisfecha.

Acabé de desabrocharme el pantalón, y me lo quité como pude, y mientras él me agarró la cabeza y empezó a sujetarme mientras movía la cadera para que tragara más rabo. Para no tener pelo largo de donde agarrar, como él decía, se apañó bastante bien.

Se la chupé rápido y fuerte, mientras él me agarraba la cabeza, y notaba cómo me entraba bien dentro. Cuando fui consciente de que me llegaba hasta la garganta aunque no acababa de chupársela hasta el fondo, perdí la concentración y me dio una arcada. Tuve que parar mientras me caía una lágrima. Me soltó la cabeza y le miré. Seguía con los ojos cerrados. Pensé que tenía que lograr tragarme ese rabo hasta el final. Empecé a pajearme para darme ánimos y comencé a tragar despacio, cada vez un poco más. Notaba cómo debía de estar poniéndome rojo, pero al final mis labios rozaron su vello púbico, bastante cortito, y cómo sus huevos quedaban justo por debajo de mi barbilla. Debía de tener unos 21 ó 22 cm dentro de la boca. Él dijo “joder, sí”.

La saqué despacio, y volví a tragar, otra vez hasta el fondo. Y luego volví a chupársela más rápido. Me puso una mano otra vez en la cabeza, pero esta vez dejándome hacer sin forzar, mientras gemía.

Me la saqué para dedicarme a sus huevos, y al hacerlo le miré y vi que no tenía ya los ojos cerrados, sino que me miraba. Me dijo “joder, cómo chupas. Si lo llego a saber…” y le comí los huevos sin dejar de mirarle. Él gemía, y luego se agarró la polla y volvió a ponérmela en la boca. Ya no pensaba en su novia. Adiós chica, ahora era todo mío.

Me planteé probar a acercarme a su culo, pero decidí que sería demasiado para un hetero, por cachondo que se hubiera puesto. Quizás si era mi culo el follado… Pero después decidí acabar la mamada. Joder, el chaval llevaba una semana sin correrse, lo que yo quería era notar el pedazo corridón que saldría de esa pollaza directamente en mi boca y mi garganta. Así que me esforcé con la mamada. No hacía falta mucho, el chico estaba realmente cada vez más caliente. Y al final empezó a gemir más fuerte sin quitarme ojo, y luego echó la cabeza hacia atrás y noté los chorrazos espesos y calientes de lefa. Joder, desde luego su novia tenía que estar realmente satisfecha. Perra afortunada. 

Parte del lefote cayó sobre su rabo y su pubis, mientras yo seguía lamiendo, más suave. Él gemía y me miraba. Y su polla perdió firmeza, pero la verdad es que seguía estando dura, aunque no tanto como antes. Ni me dijo que parara y ni se movió, así que seguí chupando un poco más.

Después subí por la cama hasta tumbarme boca arriba a su altura, y me pajeé. Él me miraba y se agarró la polla también. Así que pensé que si el hetero seguía cachondo mirando a otro chico tocándose el rabo, lo mismo tenía alguna oportunidad. Me lancé:

-Sigues cachondo, ¿te apetece follar?



Se debió de asustar. Se soltó el rabo y se incorporó. Se sentó en la cama dándome la espalda.

-No tío. Ya me la has chupado, no estoy tan cachondo, puedo esperar a mi novia. Prefiero que te vayas ya.

No me jodas, que todavía no me había corrido…

-Vale, como quieras, no te voy a presionar. Pero no me refiero a follarte o follarnos, sino a que me follas. No tengo coño, pero un agujero es un agujero, y follar es follar.

Patético, lo sé. No soporto las tácticas en plan “oye, si no lo has probado, ¿cómo sabes que no te gusta?”. Y en cambio ahí estaba, soltando memeces por follar con un hetero. Pero oye, funcionó, increíble:

-Joder… Que no soy gay tío…. Mira, una follada rápida, por descargar y esperar tranquilo a mi chica, y luego te piras.

-Claro tío, en plan colegas que pasan un buen rato, sin malos rollos.

Y le puse el culo en pompa. Claro que sí.

Se puso detrás de mí. No me atrevía a mirarle. Notaba que se estaba pajeando. Pero no se arrimaba. Al rato me dijo, con una voz que sonaba muy, muy nervioso.

-Oye… no tengo condones… Los iba a traer mi chica…

-Vale, no vas a dejarme embarazado, y los dos estamos sanos ¿no?

OK, esto es una fantasía, recordad que el sexo a pelo con desconocidos es peligroso. 


Por fin me puso una mano en la cadera y noté la punta de su rabo enfilando mi culo. Yo había estado tocándolo y echando saliva, porque aunque no él la tuviera gorda en casa de un hetero no habría lubricante. Empezó a meterla. No hacía ningún sonido, parecía completamente atento a lo que iba sintiendo, comparando, imagino, con un coño.



Después me puso también la otra mano sujetándome la cadera, y la metió hasta el fondo. Debí de dar un respingo tremendo, porque empezó a disculparse. Le dije que eso no era el chocho de su novia, que tenía que ir despacio, y el pobre chaval empezó a bombear con cuidado, dentro y fuera, muy despacio, mientras mi culo empezaba a asimilar que se lo estaba follando un pollón.
Pero enseguida se olvidó otra vez y volvió a bombear con fuerza. Fui a detenerle, pero al final me lo pensé mejor y decidí que al fin y al cabo, ya que follaba con un hetero, lo haría a su manera. Me dolió, pero estaba tan cachondo que tenía la polla durísima y me gustaba cada vez más cómo follaba este chico.  

Él, por su parte, parecía disfrutar. Gemía y decía “sí”, mientras sus bolas me golpeaban al meterme el rabaco entero. El tío embestía cada vez más rápido y fuerte, menos mal que me iba dejando de doler.

Llegó un momento en que espació las embestidas, pero las hizo más fuertes. Con una me fui para delante, y él aprovechó para aplastarme por la espalda y que me quedara tumbado boca abajo. Me jodió porque no podía pajearme, y tenía la polla a reventar con este polvazo, pero él parecía más cómodo en esa postura y me folló realmente bien.




Notaba cada vez más intensidad, debía de estar a punto de correrse, así que cuando en una de las embestidas se le escapó de mi culo, aproveché y me di la vuelta. Era una jugada arriesgada, pero le dije:

-Me toca.

Le empujé para tumbarle sobre la cama, mientras él me miraba super cachondo y un poco desorientado. Me fijé en su rabo, tan duro y grande como la primera vez, y con un punta mojada de lefote.




Le puse una mano entre las nalgas y llegué a su ano. Ahí sí reaccionó.

-Tío, no, para. Hemos quedado en que te follaba yo.

-Ya pero estoy muy cachondo, y yo también necesito darle caña a mi rabo. Me has puesto muy caliente.

-Tío, prefiero no hacerlo.

Y me puso una mano sobre la que tenía yo en su culo, ya con un dedo dentro, pero realmente no se movió.

-Vamos, tu novia no se va a dar cuenta, y ya que estás con un tío, explora todas las posibilidades.

Bueno, su novia se daría cuenta en cuanto viera que él estaría todo escocido y no podría ni andar, pero me lo callé. Soy un cabrón, lo siento.

Me miraba con dudas, y estaba seguro de que en cualquier momento tendría que parar y volver a ponerle el culo para por lo menos arreglar el polvo, pero no decía nada. Es genial que hoy en día seamos tan liberales como para que un hetero no se escandalice si le tocan el culo y esté receptivo a curiosear en el sexo.

Y ahí estaba yo, haciéndome una paja mientras le dilataba el culo y nos mirábamos fijamente. Y lo mejor es que su rabo no había bajado ni un poquito.

Al final bajé y empecé a comerle el culo, mientras le pajeaba y me pajeaba. No parecía que un beso negro fuera lo que más le gustaba, así que antes de que se enfriara me incorporé y le enfilé con mi rabo. Se puso un poco pálido, pero no dijo nada. Yo pensé que lo mejor para una primera vez sería que él se pusiera a cuatro patas, con el culo bien en pompa y mucho lubricante. Pero pensé “que se joda, para una vez que me follo un culo virgen y encima heterazo, lo que quiero es verle la cara mientras le reviento”. Así que procedí. 

Debo decir que tuve más cuidado que él. Fui despacio, y que no la tenga tan larga como la suya, ayudó también. Aún así le dolió. Tenía la cara congestionada y roja. Pero no se quejaba. Ventajas de follarse a un heterazo machote.

Al rato la cosa fue mejor y empecé a follármelo a gusto. No puedo decir que se volviera una puta, pero creo que lo disfrutó. Mi polla entraba y salía que daba gusto. Notaba su culo caliente rozando mi nabo, apretado. Como me acercara al borde, se cerraba y me dejaba la polla fuera. Me porté bien y no le metí toda la caña que hubiera querido: lo vi como una inversión de futuro, si le gustaba, tal vez podríamos repetir… 
Una lástima que los dos estuviéramos ya tan calientes. Empezó a pajearse mientras le follaba el culazo hasta el fondo, y enseguida se corrió. Para ser la segunda fue abundante y se llenó los abdominales de lefa caliente. Agradecí mentalmente  a su novia que le hubiera dejado una semana solo. Pero fue demasiado para mí: me corrí como pocas veces, llenándole el ojal y dejándome la polla tan sensible que el más mínimo roce me hacía estremecer. La saqué y un buen chorro de leche le resbaló hasta la cama.

Nos quedamos tumbados, cansados, sin decir nada.

Al poco le oí:

-Joder, al final no ha estado tan mal… Mi novia viaja a menudo, es azafata…

Y nos reímos. Para mí fue genial: gané un follamigo hetero cerca de mi casa.

 
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