martes, 31 de octubre de 2017

Terroríficas aventuras sexuales de Gus




Estaba, algo confuso, tumbado bocarriba en mi cama, que se movía bastante. Incorporé la cabeza un poco para averiguar por qué, y pasando la vista por mi abdomen llegué hasta mi rabo, que desaparecía dentro de un coño muy rico. Eso hizo que me espabilara bastante. Abrí mucho los ojos y me aseguré de que, efectivamente, me estaba follando un coño estupendo, muy húmedo y calentito, y que se tragaba mi pollón desde la punta hasta las pelotas. ¿Pero qué cojones estaba pasando? No me acordaba de nada... ¿Habría salido de fiesta y me había ligado a la piba que me estaba empotrando? ¿Me habrían drogado y por eso no me acordaba de nada? No creo: levantando la vista comprobé que esa chica tan buenorra no necesitaría drogar a nadie, cualquiera querría follársela: bonitas piernas en torno a mis caderas, precioso vientre, tetazas enormes que se movían hipnóticamente con sus subidas y bajadas, cuello largo enmarcado por una melena de rizos dorados y muy, muy guapa. Al llegar a su rostro me sorprendí todavía más: la chica tenía ocupada la boca con una polla. Todavía me sentía confuso, y cerré los ojos fuerte. Los abrí de nuevo unos segundos después, pero nada había cambiado; seguía follándome a esa diosa del sexo. Miré mi rabo, adentrándose en su chochito, y luego de nuevo el rabo que se estaba zampando ella, como para comprobar que no era el mío. Y ya me espabilé del todo.


Seguí aquel rabo hasta su propietario: un chico con buen cuerpo, músculos que se contraían al darle polla a la chica y un rostro sexy y guapo coronado por rizos también rubios, aunque cortos.
¿Qué cojones era todo esto? ¿Cómo me había ligado a estos dos? ¿Serían una parejita liberal? No me acordaba de cómo habíamos acabado en mi propia cama...


Me pasé una mano por las sienes para tratar de aclarar las ideas, mientras mi polla me transmitía unas sensaciones monumentales y la cama botaba con la cabalgada de la chica. Y decidí rendirme a ello. No sabía cómo había llegado a esta situación, pero ese chocho estaba muy rico. Toda su propietaria lo estaba, así que simplemente empecé a disfrutar del polvo.


Fui consciente entonces de los gemidos de la rubia, que con el cuerpo brillante de sudor me cabalgaba sin descanso y parecía disfrutar tremendamente de mi rabaco abriéndose paso en su interior. Para mí también era genial. Me mordí el labio inferior y llevé las manos hacia esa cueva del placer, acariciando el clítoris y metiendo algún dedo junto con mi polla. Estaba muy mojadito, y era buenísimo.



Levanté la vista hacia sus tetas bamboleantes, y me relamí. Atrapé una con la mano y me pareció la mejor teta del mundo. La estrujé un poco mientras mi mirada volaba hacia su boca follada por la otra polla. Los cojones del rubio le golpeaban la barbilla con cada embestida, y la polla, empapada en saliva, desaparecía tragada por esos labios carnosos y rojos.


Entonces me di cuenta de algo: con las mejillas algo abultadas por la polla, los rasgos de la chica no eran tan delicados, y mirando al rubio reparé en que eran muy similares. Cuanto más miraba a ambos, más parecidos encontraba: los dos en la veintena, sexis, rubios, perlo rizado, misma tez, mismos ojos, mismos labios... Joder, joder, joder... Estos dos eran gemelos... ¡Me estaba tirando a un par de gemelos! Era una puta fantasía porno que me hizo volver a preguntarme cómo coño los había conocido, cómo me los había ligado y cómo habíamos acabando echando un polvo tabú e incestuoso. Sobre todo me pregunté cómo había ligado con el chico, porque yo era muy discreto y solo había follado con dos chicos (bueno, con uno solo había sido oral...). A lo mejor me había ligado a la chica y ella se había traído a su hermanito...


Ni idea, y no pude seguir explorando mi paranoia porque la situación me superaba, y ver a esa chica tan guapa zamparse un rabo me estaba poniendo muy caliente. Lo comía muy bien, sin asco y con muchas ganas. Me dieron ganas de que me la mamara un poco a mí, y justo cuando iba a proponer un switch, ella se levantó y mi rabazo cayó sobre mi abdomen con un sonoro ¡plaff!
Pensé que ahora se la follaría el rubio mientras ella se zampaba mi morcón, pero me quedé de piedra cuando lo que pasó fue que ella se puso a mi lado y él se colocó sobre mi cadera, se agachó, puso mi rabo vertical con una mano, y se sentó despacio sobre él, hasta que desapareció por completo y sus pelotas quedaron aplastadas contra mi pubis.


Me miró, me lanzó una sonrisa que tiñó de vicio su rostro dulce casi imberbe y empezó a cabalgarme con el mismo ímpetu del que había hecho gala su hermana. Mi pollón, impregnado todavía de fluidos vaginales, abría ese culo y lo taladraba. ¡Y qué culo! Estrechísimo, apretaba mi miembro y lo estrangulaba. La sensación era muy intensa y buenísima. Joder, ni idea de cómo me las había arreglado, pero había acabado con el mejor chocho y el mejor ojete a mi disposición, y encima gemelos. Parecía irreal, pero ahí estaba, follándome a ese chaval, con su polla golpeando mi vientre con cada bote, mientras su hermana se agachaba para seguir comiéndole el rabo... Increíble.


Después volvieron a cambiar, y volví a follarme a la rubia. Esta vez se colocó de espaldas sobre mí, y pude disfrutar de sus nalgas redondas y suaves, muy invitadoras. Le di algún cachete mientras mi rabo se adentraba en su coño. Su hermano alternaba el darle polla con agacharse y frotar su chocho.





Me pregunté si podría follarle el culo y compararlo con el de su hermano... Y probé suerte. Le sujeté una nalga para que parara de botar y me agarré el rabo, lo saqué mojadito del chochito, lo llevé un poco hacia mí y apunté a su culo. Y dejé de sujetarle la nalga para que bajara. Lo hizo, sin problema y encantada. Ni en mis fantasías las chicas aceptan tan fácilmente que las folle el culo... Yo flipaba con mi suerte.


Joder, era un culo muy rico. Su hermano tenía las nalgas más duras, y eso marcaba algo de diferencia, pero este culo también era estupendo y apretaba tanto mi rabo que me llevaba al cielo. Sin embargo, la follada fue más lenta, y eso bajó un poco el nivel, así que volví a sacar la polla y a meterla en el coño. De nuevo me cabalgó como loca, gimiendo y metiéndose todo mi rabo.


Y cambio de nuevo. Otra vez se levantó y volvió el culete de su hermano. Me lo follé sin perdón, mientras la rubia me ponía las tetas en la cara y yo se las lamía.


Y otra vez el coño, mientras el rubio, de pie en la cama, volvía a follarle la boca. No tardó mucho en correrse, llenando de leche la cara de su hermana, que se relamía sin dejar de botar sobre mí, con la boca llena de espesa lefa blanca. Eso hizo que yo casi estuviera a punto, mientras la rubia lamía la polla del rubio, y luego sus huevos.


Y entonces se desató el caos y llegó la sangre...


Estaba a punto de correrme y preñar el chochito de la chica cuando  esta empezó a morder los huevos del rubio, que gritó como un cerdo. Se los arrancó de cuajo de un mordisco, con la cara llena de sangre y lefa, que formaban surcos rosados. Abrí los ojos como platos sin saber qué hacer. Joder, ¿tan mal la estábamos follando? Porque parecía que no... ya había contado dos o tres orgasmos. ¿Le habría molestado que su hermano le lefara el careto? Pues menudo genio...


Dio un empujón a su hermano, que cayó al suelo al borde de la cama y desapareció de mi vista, dejando en el aire una estela de gotas carmesí. La chica, con la boca llena de carne, se abalanzó al suelo tras él.


Yo estaba paralizado, sin saber qué hacer. "Joder..." murmuré, y me levanté por el otro lado de la cama pensando en llamar a la policía, a una ambulancia o algo. Nunca está MegaGuy, el superhéroe de FuckingCity, cuando se le necesita...


Localicé mis calzoncillos en el suelo, y mi camiseta, y los cogí. Trataba de encontrar mis pantalones cuando reparé en que la rubia se asomaba por el borde de la cama, mirándome y ronroneando como un tigre. Y me fijé en que el rubio ya no chillaba. Sin querer pensar en lo que eso significaba y olvidando mis pantalones, salí pitando en pelotas con la ropa en la mano.


Cerré la puerta del dormitorio de un portazo, llegué al salón, lo crucé y cerré la puerta también, avanzando por el pasillo. Esas puertas no la detendrían, y ya oía pisadas de pies descalzos tras de mí. Llegué a la puerta de la calle y perdí unos segundos preciosos en abrirla y salir.


Cerré de otro portazo y no esperé el ascensor, me lancé por las escaleras, bajando con mi polla golpeándome las piernas y el vientre al bambolearse con mis prisas, y mis huevos moviéndose como locos. Llegué al portal sin resuello, y me detuve a escuchar. Nada, silencio total. ¿Es que no bajaba persiguiéndome? Me puse la camiseta y los calzoncillos y salí a la calle, esperando encontrar a alguien que llamara a emergencias.


Tardé unos segundos en asimilar que la calle estaba desierta, como en la peli esa de Amenábar. Joder, ¿qué estaba pasando?


Di unos pasos en cualquier dirección, tratando de pensar qué hacer. Todo era silencio. No había nadie ni en la calle, ni en las casas, ni en las tiendas, ni en ninguna parte. Los coches estaban parados con las puertas abiertas, como si la gente hubiera escapado rápido mientras yo estaba follando tranquilamente. Igual era un virus de esos que te transforman en zombi, y por eso la rubia se había zampado a  su hermano... Habrían evacuado la ciudad, por eso no había nadie, y yo no me había enterado porque estaba haciendo realidad la fantasía de follarme a dos gemelos. Joder, tenía que pasar justo entonces...


Porque si no, ¿qué otra cosa podría ser? ¿Un ataque nuclear? ¿Extraterrestres? ¿Vampiros? ¿Chupalefas? Joder, joder... ¿Qué iba a hacer?


Seguí avanzando, tenía que encontrar a alguien, estaba entrándome ansiedad y así no podía tomar las riendas de la situación. Me cago en todo... El fin del mundo justo en medio del mejor polvo de mi vida... Puta suerte...


Y entonces oí pasos que corrían hacia mí. Pensé en la rubia con la boca llena de sangre y pelotas mordisqueadas, y me agarré las mías con una mano instintivamente, en un intento estúpido de protegerlas. Miré a un lado y ví unos cubos de basura, así que me escondí detrás.


Doblando la esquina apareció una figura delgada con rizos dorados, y se me puso la piel de gallina. Pero algo no cuadraba, y cuando me fijé bien vi que llevaba el pelo más corto que mi zampapelotas y era un chico. Parecía asustado, miraba hacia todas partes y venía en mi dirección. Tardé en reconocer en él a Edu, el primer culito que me había follado (un polvazo genial). Así que salí a su encuentro, lo que hizo que se asustara más.


Tranqui, tío, soy yo: Gus. ¿Estás bien?


¿Gus? ¿Qué haces aquí?


No... No sé tío. Yo... estaba con alguien y... No te vas a creer lo que ha pasado. La tía se volvió loca y... Joder no sé... Y no hay nadie, y no sé qué hacer, y...


Ya, es una locura... Me.. Me persiguen... Algo... Tenemos que irnos Me dijo agarrándome del brazo y tirando de mí.


¿Cómo que te persiguen? No hay nadie...


¡No sé! ¡No sé! ¿Vale? Me dijo un poco histérico—. Estaba en casa tan tranquilo, chateando con un tío por cam. Ya sabes que no soy muy de eso, que prefiero un bien trabuco real. Y normalmente no tengo problemas para conseguirme candidatos, pero me daba pereza quedar con nadie. Así que ahí estaba, trasteando con el ordenador. Resultó ser un actor porno que me pone, no creía la suerte que tenía. Me lo estaba enseñando todo, era la paja de mi vida. Y de repente empezaron a arañar las paredes...


¿Lo qué?


Que arañaban las paredes: salían surcos y se caía la pintura. Y luego empezaron los golpes, retumbaban por toda la casa. Y al chulazo de la cam, le empezó de repente a salir sangre de los ojos y de los oídos. Luego se apagó la pantalla y se fue la luz. No funcionaba nada eléctrico. Todo comenzó a temblar, así que salí, pero al llegar a la calle había algo que no sé si era humano comiéndose a la señora Remigia, la vecina del primero. Una hija de puta cascarrabias, pero que tampoco se merecía que se la merendaran...


Joder, yo flipaba... Eso no era posible...


Mira, vamos al Ayuntamiento propuse.


¿Qué?


El Ayuntamiento. Da igual si es un virus, zombies, control mental, monstruos o lo que sea. Seguro que el Gobierno está en el ajo. Así que al Ayuntamiento.


Y para allá que fuimos. Estaba vacío, como todo lo demás. Aún así lo exploramos, hasta llegar al despacho del Alcalde. Estaba todo revuelto, y me puse a buscar entre los cajones tras decirle a Edu que probara con el ordenador.


Necesita contraseña, es inútil me dijo. ¿Crees que somos los últimos de la tierra? ¿Vas a ser la única polla que me voy a poder meter por el culo desde ahora?


Joder, pues la otra vez no parecía que te quejaras.


-Entiéndeme, tienes un pollón muy aparente, pero mi culo es mucho culo, y me gusta la variedad.


Y en esas estábamos cuando escuchamos un chirrido a nuestra espalda. Nos volvimos despacio, a tiempo de ver cómo una puerta secreta en la pared terminaba de abrirse.


San Apapucio bendito... -murmuró Edu mientras muy prudentemente se colocaba detrás de mí. Cuando vio que eso me mosqueaba un poco añadió: Tú estás más fuerte, ¿yo que voy a hacer si sale una bestia parda de ahí?


Pero lo que salió fue un hombre con una bata blanca, ensangrentado y sucio. Se desplomó nada más traspasar el umbral.
Fuimos hacia él despacio, yo delante y Edu detrás pegado a mí, agarrado con una mano a mis pectorales y con la otra a mi paquete.


Calla y no molestes repuso cuando se lo hice notar. Si voy a morir, quiero morir feliz.


El tío estaba medio muerto. Nos agachamos a su lado y trató de hablarnos.


Ha salido todo mal murmuró entre estertores. Se ha descontrolado. Ha afectado a la gente, les ha hecho algo en el cerebro. Hay que pararlo, hay que activar el pulso electromagnético atómico nuclear, para que toda la gente vuelva a la normalidad, pero no hay energía. Tenéis que hacer algo...


Y luego le dieron espasmos, se aferró a mi camiseta y palmó.


Joder, a ver si te ha pegado el virus me avisó Edu frunciendo la nariz como si oliera mierda.


Gracias por el optimismo majete repuse, aunque por si acaso me quité la camiseta, que había tocado el tío este, y la arrojé a un rincón, quedando en calzoncillos.


Me incorporé ante la mirada libidinosa de Edu (es alucinante que se pusiera cachondo en un momento así), respiré hondo y entré por la puerta de la que había salido el fiambre, adentrándome en el pasadizo. Tenía que averiguar qué pasaba...


¿Pero a dónde coño vas? oí a Edu medio gemir a mi espalda Venga tío, mejor vámonos...


Entonces se oyeron ruidos raros a lo lejos, dentro del Ayuntamiento. Se acercaban los que querían comernos las pelotas, supuse. Al momento Edu se reunió conmigo, temblando, y agarrándose a la goma de mis calzoncillos.


Suelta tío, que me vas a despelotar me quejé.


Ay, ay, no seas pudoroso en un momento así, que estoy acojonado gimoteó, y luego siguió en un susurro: creo que hay alguien más... Y no parece alguien cordial...


Mira, vuelve y cierra la puerta secreta. Así ganamos algo de tiempo.


Edu me hizo caso, aunque eran evidentes sus remilgos por tener que separarse de mí, aunque fuera unos metros. Cuando cerró la puerta la poca luz que había disminuyó, aunque algo se filtraba por unas rajas de ventilación en el techo. En la penumbra distinguí una sala que terminaba en una escalera. Así que bajé. Edu se reunió conmigo enseguida, y bajamos y bajamos. Llegamos a una puerta con pinta de muy segura, con chismes que parecían servir para reconocer retinas, huellas o a saber qué. Todo inutil, porque el fiambre la había dejado abierta al salir, anda la seguridad.
Entramos en una especie de laboratorio, y nos pusimos a husmear. En un ordenador encontramos unos vídeos de cámaras de seguridad en los que aparecía una situación de alarma, gente atacándose y algunos transformándose en monstruos. Todo rarísimo y escalofriante...


Al rato de dar vueltas por el laboratorio Edu dijo:


Creo que lo he encontrado... esto debe de ser el transmisor del pulso electromagnético atómico nuclear... Estaba parado delante de un cacharro con pinta de armatoste del que salían dos cables.


Joder, ¿cómo lo sabes? —Me maravillé, pensaba que Edu era un chaval muy majo, con su pluma y su gracia, pero no un genio científico...


Por toda respuesta Edu señaló un cartelito en la pared encima del cacharro que ponía "Pulso electromagnético atómico nuclear".


Ah acerté a decir, sorprendido por lo curioso que me resultaba aquello.


Estos cables... Edu se puso a examinar el armatoste. Parecía concentrado, así que le dejé hacer hasta que empecé a oir golpes raros en lo alto de la escalera, al otro lado de la puerta secreta.


Edu, vamos, deja que eche un vistazo, hay que activar este cacharro.


Es como una dinamo siguió Edu. Necesita energía... ¿Pero cómo? Habría que conectar estos cables a algo....


Edu, ¿de qué hablas? Déjame ver.


¿Qué pasa? ¿Que porque sea marica y con pluma no puedo saber de estas cosas? ¿Solo puedo saber hacer cupcakes? Sé de lo que hablo. Hay que conectar los cables... Lo que necesitamos es... es... ¡Fricción! Como en una bici, está clarísimo...


Los ruidos se hicieron más fuertes. Debían de olernos o algo, no sabía hasta cuándo les entretendría la puerta secreta...


-Bueno, pues don técnico, haz algo, pero rápido, que no tenemos mucho tiempo.


Y el tío lo que hizo fue bajarme los calzoncillos y agarrarme la polla.


Joder, pero esto no, ahora no podemos, hay que conectar el armatoste protesté exasperado por la voracidad sexual de Edu.


Eso hago replicó este con toda naturalidad. Tú estate quietecito y por una vez déjame el mando a mí, machote.


Cogió uno de los cables y lo enrolló en torno de mi miembro, fijándolo con un poco de cinta aislante.


¡Verás luego para quitar eso! protesté. Y encima tienes las manos muy frías.


¡Joder con la señorita! exclamó mientras se bajaba los pantalones y se metía, para mi asombro, el otro cable por el culo, fijándolo también.


Hala, pues ya está.


¿Lo qué? pregunté lleno de desconcierto y extrañeza.


Necesitamos fricción para generar energía y activar el pulso, así que vamos a conseguir esa fricción a base de follar me aclaró; o lo intentó.


¿Quieres decir que tengo que follarte hasta que se genere energía y salvemos el mundo?


Sí, tienes que follarme pero bien, todo en aras de la humanidad. Bueno, pues voy a chupártela un poco o algo...


En esto que escuchamos cómo la puerta secreta cedía. Era cuestión de tiempo que las criaturas bajaran la escalera y nos encontraran.


Quita, quita, vamos a darle directamente atajé.


Edu se quitó la camiseta y se tumbó boca arriba con las piernas abiertas, como un pollo. Me arrodillé, enfilé, apunté y penetré, como si mi morcón fuera el espetón.


Aaaah, joder, qué gusto volver a sentir tu polla.... suspiró Edu.


Concéntrate, que estamos salvando el mundo.


Ah, sí, sí, venga empuja.


Así que empecé a follármelo. Dejé caer algo de saliva para que deslizara mejor, y bombeé mi rabazo dentro y fuera. El culete de Edu era tan rico como recordaba, mejor  incluso que los de los gemelos de antes, daba gusto follárselo. Empujé con fuerza, consiguiendo un buen ritmo de follada. Mi polla entraba y salía rápido y potente de su culito.


Más fuerte, más fuerte suplicaba, ¡venga, dame más!


Joder, sí que te va la caña ¿eh?


Necesitamos más potencia, más fricción. Tienes que esforzarte más. ¿Dame fuerte! ¿Quiero toda tu polla! ¿Qué eres, un macho o una nenaza?


Así que le agarré las caderas, me incorporé hasta quedar casi de pie, con su culo levantado, y en esa postura, mucho mejor, bombeé como si no hubiera mañana, que de hecho es lo que ocurriría si no activábamos el armatoste. Me puse en modo ametralladora y le follé con todas las ganas del mundo. Le iba a destrozar el culo aunque acabara con la polla despellejada...





Le follé, le follé y le follé, mientras parecía que se iba acumulando energía, hasta que unos ruidos resonaron a la entrada del laboratorio. ¡Las criaturas ya estaban aquí! Cerré los ojos y me concentré en un último esfuerzo, un sprint final. Mi polla folló el culo de Edu como si fuera un puto bazoca, y de repente brilló una luz y hubo algo así como una onda expansiva que nos empujó y tiró al suelo. Supuse que el pulso se había desencadenado: ¡lo habíamos conseguido! Ahora, al extenderse, repararía los daños en la gente y volverían a ser normales. Pero a mí todo lo que me importaba es que ya estaba a punto, así que de rodillas llegué hasta la cara de Edu y le solté mi corrida. Una carga enorme de lefa, fruto del miedo, la tensión y la adrenalina le cruzó todo el rostro. Le inundó las mejillas, la frente y la boca, y salpicó más allá de él. Yo gemí y me estremecí por la intensidad del orgasmo. Antes de que acabara con mis últimos chorros, Edu se corrió también, soltando chorros de semen abundante sobre su torso, empapándolo. Fueron un par de orgasmos dignos de los tíos que acababan de salvar el mundo.





Entonces la luz brillante se hizo más intensa, y me cegó.


Desperté en mi habitación, acostado en mi cama. Llevaba puesto el pijama y todo parecía normal. No entendía nada...


Joder, qué coño... pero si todo ha sido un sueño... murmuré para mí.


Aparté las sábanas y me incorporé. Tenía la entrepierna mojada. Bueno, había suido un sueño húmedo, parecía... Por lo menos había soñado con un orgasmo sensacional. Aunque sentía la polla como si me la hubieran estrujado a base de bien. Miré el reloj, no había pasado un día, todo lo había soñado.


Me sonó el móvil, me escribía Edu.

Fue entonces cuando me fijé. Había sido un sueño, todo aquello era imposible, no había ocurrido. Pero entonces, ¿por qué había un par de pelos rubios, como los de los gemelos, ahí, en el suelo de la habitación, a mis pies?

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