El camarero me agarró y me empotró contra la pared, de espaldas a él. Apretó su cuerpo contra el mío, y notaba los músculos de su pectoral en la espalda, mientras me agarraba y me besaba el cuello. Su polla rozaba mi culo, y empezó a frotarla de un lado a otro. Luego se apartó un poco y se la agarró, y empezó a golpearme las nalgas con el rabazo.
Me puso la otra mano entre el
cuello y el hombro y me empujó hacia abajo, con lo que quedé un poco agachado,
con el culo hacia fuera. Apuntó y me la metió. Sentí perfectamente cómo esa
polla gorda y larga entraba por mi culo, dilatándolo y agrandándolo para poder
penetrar. Notaba cómo se abría paso dentro de mí, llegando a mis entrañas.
Él volvió a besarme el cuello,
mientras ponía las manos en mi cadera y empezaba a bombear. Yo me aferraba a la
pared para aguantar ese rabo enorme, pero sin ningún deseo de pedirle que
parara.
Me folló fuerte, destrozándome
con su polla, dentro y fuera, dentro y fuera, notando el rabo caliente en mi
culo, y sus huevos balanceándose al compás, cada vez que empujaba con sus
embestidas. Yo tenía la polla durísima, y me pajeaba disfrutando de ese rabazo
en mi culo.
La sacó del todo y la volvió a
meter, fuerte, llegando hasta el fondo, varias veces. Y luego me agarró y me
tumbó boca arriba en el suelo. Me levantó las piernas y me folló otra vez. Mi
culo ya se había adaptado a ese pollón, y lo estaba disfrutando realmente,
mientras miraba los gestos de su cara, que me indicaban que a él también le
encantaba mi culo.
Disfruté de una follada gloriosa, que fue
cada vez a más, hasta que me folló tan rápido y fuerte que no lo podía creer.
Notaba su rabo más gordo que nunca entrando y
saliendo de mi culo, hasta que por fin lanzó un gemido gutural y se corrió.
Noté la lefa llenando mi culo, caliente, lubricando las acometidas que todavía
me lanzaba con su polla.
Si ahora quieres follártelo a él, haz click aquí. Si quieres correrte ya, sigue leyendo.
No pude aguantar más y me corrí, mientras él seguía bombeando con su polla en mi culo rebosante de esperma caliente. La lefa salió disparada de mi rabo, llenándome el vientre y llegando hasta mi pecho, mientras él seguía taladrándome, más excitado aún si es que eso era posible.
Poco a poco, mientras su lefa chorreaba por mi pierna y la mía por mi pecho, fue deteniendo la follada, y quedó sobre mí, exhausto. Los dos bastante satisfechos.
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Nos limpiamos y nos vestimos,
aunque a ambos se nos notaba un buen bulto todavía en la entrepierna. El
camarero me miró sonriendo, conforme con su propina. Sí, seguro que para cenar
volvería a llamar al servicio de habitaciones. Me había gustado bastante cómo
atendían en este hotel…
FIN
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