Así que con la mano que tenía en
su culo lo apreté contra mi cuerpo, y nuestros rostros quedaron a unos
centímetros de distancia. Me acerqué despacio, rocé sus labios y me aparté otra
vez. Entonces fue él quien se acercó, y nos besamos. Mordisqueé sus labios
carnosos, y nuestras lenguas comenzaron a superponerse, frotarse y retorcerse.
Muy cachondo, empecé a besarle el
cuello, mientras notaba sus manos en mi espalda y yo le estrujaba el culo. Me
aparté lo justo para quitarle la chaqueta y la camisa, mientras él me sobaba el
pecho.
Descubrí un torso como el que había imaginado al ver al chaval: fibrado, con unos pectorales sin vello y bien definidos, y unos abdominales perfectos. Acaricié su torso, puse las manos en su cintura y fui bajando la vista por su abdomen, llegando hasta sus pantalones e imaginando lo que escondían, siguiendo la fina línea de vello que iba desde su ombligo y se perdía más abajo, en una mata oculta por su pantalón entreabierto.
Le mordisqueé los pezones mientras él, cachondo también, me empezaba a desenrollar la toalla, para liberar el rabo que había tenido duro y tremendamente tieso todo el tiempo.
Descubrí un torso como el que había imaginado al ver al chaval: fibrado, con unos pectorales sin vello y bien definidos, y unos abdominales perfectos. Acaricié su torso, puse las manos en su cintura y fui bajando la vista por su abdomen, llegando hasta sus pantalones e imaginando lo que escondían, siguiendo la fina línea de vello que iba desde su ombligo y se perdía más abajo, en una mata oculta por su pantalón entreabierto.
Le mordisqueé los pezones mientras él, cachondo también, me empezaba a desenrollar la toalla, para liberar el rabo que había tenido duro y tremendamente tieso todo el tiempo.
Mientras, yo metí mi mano por
debajo de su pantalón, sobando su culo, suave y terso. Sin poder aguantar más,
y mientras me sacudía la toalla, se lo quité el suyo, aunque le
dejé puestos los calzoncillos, tipo slip, que cubrían un bulto que parecía
realmente bueno. Uffff!
Se la sobé sobre el calzoncillo.
Estaba dura y firme, grande y recta. Utilicé la tela del calzoncillo para
masturbarle, mientras le sobaba también el culo. Por fin no pude aguantar más
sin descubrir ese tesoro, y le quité los calzoncillos. Su polla salió
disparada, de dura que la tenía. Era como había supuesto: larga, gorda y firme.
Un chaval afortunado, tanto como yo por disponer de ese pollón a mi antojo.
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