miércoles, 20 de agosto de 2014

Relato: Elige tu propio polvo 8








Esto es parte de un relato, si quieres comenzar por el principio, pulsa aquí.




No pude más. Me corrí. Me corrí como un campeón, soltando litros de lefa. Grité, gemí de placer, mientras notaba el semen atravesando mi rabo, todavía chupado por el camarero.
 

 
El primer chorro, caliente, espeso y abundante, entró en su boca, y debió de bajarle por la garganta, de la fuerza que llevaba. Él reaccionó gimiendo y sacando mi polla de su boca, dejándola apoyada sobre su lengua, que seguía moviéndose debajo de mi rabo, y masturbándome con la mano.
  
 



Los chorros de leche se sucedieron. Estaba tan caliente que parecía que no iba a terminar nunca de correrme. Le golpeaban en la boca, abierta sobre mi rabo, y en la cara. Uno de los chorros, especialmente vigoroso, saltó sobre su mejilla y le pringó el pelo.
 



 
Mi corrida le puso tan cachondo que se agarró el nabo y se masturbó con fuerza. Enseguida se empezó a correr también, mientras las últimas gotas de mi lefa caían sobre su lengua y mejilla, y él las tragaba como si le fuera la vida en ello.
 


Volvió a chuparme el rabo, limpiándomelo, mientras yo gemía de gusto, y él se corría sobre mis piernas, arrodillado frente a mí.


Si todavía quieres continuar y pasar a la follada, pulsa aquí. Si no, sigue leyendo.

Por fin acabamos y nos quedamos a gusto. Le di las gracias por el estupendo servicio de habitaciones que tenía ese hotel, y le despedí pensando en que iba a pedir que la cena me la subieran también a la habitación.

FIN



     
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