miércoles, 20 de agosto de 2014

Relato: Elige tu propio polvo 12








Esto es parte de un relato, si quieres comenzar por el principio, pulsa aquí.



No podía aguantar más, tenía que follarme a este chico guapo y tremendo. Así que le empotré contra la pared, le abrí las piernas  y se la metí. Golpeé mis caderas contra las suyas, metiendo la polla todo lo que podía, mientras observaba sus reacciones, su rostro y lo cachondos que nos estábamos poniendo.
  

 Enseguida decidí pasar a otra postura, así que le agarré y le hice agacharse, tumbado boca arriba en el suelo. Estando así le levanté las piernas, quedando yo de pié frente a él. Era una postura que siempre me había llamado la atención en las pelis porno, y pensé que como esta situación se parecía mucho a una, estaría bien probarla.
  

Su culo quedó apuntando hacia arriba. Él me miraba, pajeándose expectante, con el rabo muy duro. Tanto como el mío, que apuntaba directamente a su ojete. Flexioné un poco las rodillas y se la metí. Bien dentro, hasta el fondo. El camarero se mordió un labio y se puso algo colorado, mientras gemía. Mi polla quedó dentro del todo, solo con el vello púbico saliendo de su culo, y mis huevos colgando detrás. Empecé a meterla y sacarla, bombeando de arriba a abajo, cada vez más rápido y fuerte, hasta acabar dando golpes contra sus nalgas.


Él gemía, igual que yo, mientras se pajeaba el rabo. Me ponía muy cachondo ver cómo me miraba, desde el suelo, mientras yo le perforaba bien el culo. Mi polla entraba y salía que daba gusto, dejándole el ano bien dilatado. Probé a meter a la vez un dedo, y comprobé que el camarero gemía más excitado aún.


Seguí follándole así, con el dedo y la polla, hasta que sus gemidos fueron creciendo y acabó por correrse. Su lefa, caliente, espesa y tremendamente abundante, le cayó, por la posición en que estaba, sobre el pecho y la cara. Le cubrió la mejilla y el pelo, y varios chorros le entraron en la boca, atragantándole.
 
Eso me puso cachondo de verdad, así que decidí cambiar de postura para follármelo de verdad. Bajé sus piernas y le di la vuelta, dejándole tumbado boca abajo en el suelo. Me tumbé encima y volví a insertar mi rabo.
  

Me lo follé sin contemplaciones, fuerte y rápido. A él le encantaba, y yo notaba el calor de su culo en mi rabo. Me lo follé cada vez con más fuerza, metiendo la polla hasta el fondo y golpeando con los huevos. Él gemía de gusto, mientras le follaba más y más rápido. Los golpes de mis caderas contra sus nalgas debían de escucharse en kilómetros a la redonda. Estaba siendo un gran polvo.


Si quieres cambiar y que ahora te folle él, haz click aquí. Si prefieres correrte ya, sigue leyendo.


El ritmo de la follada hizo que no pudiera aguantar más. Tenía el rabo inflado de leche hasta casi reventar, y su culo apretado me hizo ver el cielo, hasta que al fin me vine. Me corrí sin disminuir el ritmo, con un orgasmo impresionante. Los chorros de leche caían dentro de su culo, facilitando aún más la follada, y acabé por sacar la polla y soltar los últimos chorros sobre sus nalgas, tersas y firmes, redondas y deliciosas. Esparcí la lefa sobre ellas con mi rabo, y acabé tumbado sobre él, para reponerme.







Un rato después nos levantamos y vestimos. El camarero me miró sonriendo, conforme con su propina. Sí, seguro que para cenar volvería a llamar al servicio de habitaciones. Me había gustado bastante cómo atendían en este hotel…


FIN

 
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